BFoto
Jose Barrena, 4 de Junio del 2018
Dentro del panorama fotográfico español, y en cuanto a certámenes y festivales de emergentes nos referimos, el de Barbastro es uno de los que, por su cercanía geográfica a mi ciudad Zaragoza, y por su contenido que vais a conocer si seguís leyendo, más interés me produce, y de hecho tengo apuntado en mi agenda desde hace ya varias ediciones.
El BFoto, Festival de fotografía emergente de Barbastro, nace hace cinco años en esta ciudad oscense atravesada por el río Vero, de la mano de la Asociación Fotográfica y de la Imagen de Barbastro (AFIB), quien se encarga de organizar este certamen desde entonces. Este año la temática versaba entorno al tema “Rural”. El festival se celebra cada año en junio, y da cabida a trabajos de fotógrafos todavía no consolidados en el panorama artístico, cuyas obras son visionadas, valoradas y/o expuestas en los distintos espacios que la ciudad, tanto desde organismos públicos como en ciertas entidades privadas, pone a disposición del evento.
Alejandra Franch, profesora de Spectrum, dialogando con Guadalupe Arriegue (de espaldas) sobre el proyecto que más tarde resultaría becado.
El plato fuerte de la edición de este año tuvo lugar este pasado fin de semana con los visionados de los trabajos presentados. Y como otros años, allí me fui este sábado a respirar y empaparme de fotografía, y esta vez lo hice como parte de un nutrido grupo de compañeros y profesoras de la escuela Spectrum, así que la visita prometía, no sólo por el festival, sino por el buen rollo que se anticipaba y que se disfrutó todo el día.
La llegada a la ciudad y comienzo de la visita tuvo lugar en el Centro de Congresos, donde tuvieron lugar durante todo el viernes y la mañana del sábado los visionados de porfolios de los artistas. Estos visionados consisten en unas rondas de presentación de cada trabajo por parte de los fotógrafos participantes, ante nueve profesores y especialistas quienes realizan una valoración comentada ante cada autor, con el fin de orientarle y ayudarle a mejorar o a dirigir sus proyectos fotográficos en la dirección adecuada. El visionado pretende ser una experiencia de intercambio de opiniones, que sirva de feedback al autor para valorar su obra desde un punto de vista externo y solvente.
Momento del visionado público con la defensa ante el jurado, de uno de los trabajos
Entre todos los trabajos presentados, se realiza posteriormente una selección por parte de los visionadores, que en este caso estuvo formado por un total de 13 porfolios de artistas del panorama internacional. Por la tarde, estos porfolios vuelven a ser presentados por sus autores en un segundo visionado, esta vez público y ante un jurado que elegirá dos ganadores de sendas becas económicas para llevar a cabo la producción de su trabajo. El jurado estuvo compuesto este año por Julio Álvarez-Sotos, Llorenç Raich y Mónica Carabias.
El día siguiente (el domingo) se hicieron públicas las ganadoras de las becas, que fueron Leticia Burillo de Zaragoza, en la categoría Fotógrafos, por su trabajo “Arcosur-Lucha”; y Guadalupe Arriegue de Argentina, en la categoría Estudiantes, por su proyecto “Multiversos”.
Ambas fases del visionado se llevaron buena parte del interés y sobre todo del tiempo disponible, aunque también pudimos estirarlo lo suficiente para poder ver varias exposiciones en diferentes lugares de Barbastro, y para comer, of course!
Myriam Correa explicando su trabajo a los presentes.
De las exposiciones que pude visitar, la primera fue “Nocturnal fears” dela catalana Myriam Correa, una de las ganadoras del año pasado en este festival. Es este un trabajo muy íntimo y personal que trata de mostrar tanto la existencia de los miedos, propios y generales, con los que convivió durante una etapa de su vida, como su lucha contra ellos.
En el mismo espacio que “Nocturnal fears” y que la primera fase de los visionados, el Centro de Congresos de Barbastro, se encontraba la exposición “Riberia”, del riojano Carlos Traspaderne. Esta exposición es un proyecto de fotografía documental que retrata la particular relación del ser humano con su entorno, en este caso alrededor de la ribera del Ebro, y no le presté demasiada atención pues ya había tenido la ocasión de conocerla el mes pasado cuando se expuso en Spectrum.
Antes de continuar, pasamos por el Coso, donde se celebra cada año el “Kosofoto”, una propuesta atractiva y divertida, abierta a todos públicos, y cuya participación consiste en coger alguna de las fotos en papel que se encuentran dispuestas a lo largo del paseo, dejando a cambio una foto tuya. De este modo se fomenta el intercambio fotográfico, así como el hacer llegar a casa de los visitantes un pedazo de este festival.
Parte de la exposición “Riberia”, de Carlos Traspaderne
Fotografías del Kosovo, dispuestas para ser reemplazadas por las que aporten los visitantes.
Allí mismo, en el Paseo del Coso, y en medio de la vorágine de fotos del Kosofotos, se podía asistir (y posar!!) a una demostración del proceso que se conoce como fotografía minutera, un tipo de fotografía que tuvo su auge hace aproximadamente un siglo, y que algunos amantes de la fotografía antigua trabajan para que perviva.
Demostración del proceso de fotografía minutera.
En el edificio de la UNED, me encontré el trabajo que más me gustó, la exposición “Entre raíces y ausencias” del murciano José Quintanilla. Es un proyecto que habla sobre el abandono rural y la memoria perdida de los pueblos vacíos, y los espacios arrebatados por la naturaleza. Un trabajo de una producción exquisita, con un blanco y negro derivado a los tonos sepiáceos, y con un acabado muy elegante en contraste con lo agreste de las imágenes. Fue mi favorita.
Aún tuve tiempo de hacer una escapada a la librería Ibor, otro de los espacios que no faltan en mis visitas a cada edición del BFoto, por lo sorprendentes que me resultan siempre los contenidos que allí se exponen. Es un espacio pequeño pero, ya digo, de los que no hay que perderse. En este caso pude contemplar el trabajo de Diego Aldasoro, “Entre las ruinas el tesoro”.
Exposición “María”, de Katerina Buil
Y de allí puse rumbo al Museo Diocesano, donde antes de empezar la segunda fase de los visionados, pude contemplar el trabajo “María”, de la artista local Katerina Buil, la otra becada el año pasado. “María” hace referencia al nombre de la abuela de Katerina, una mujer que nos es mostrada en este proyecto con el que la autora nos habla de ella, y del proceso de olvido y de alejamiento que la embarga en la última etapa de su vida.
Y al final, faltó tiempo para ver los cuatro trabajos seleccionados en la sección “Emergentes”, y que se exponen en el edificio de El Moliné. Me dio pena perdérmelos, pues era una sección del festival a la que yo me presenté con mi proyecto “Diffusso”, aunque sin suerte (se eligen cuatro trabajos de entre un total de 107 que se habían presentado), y me apetecía no sólo disfrutar de las fotografías expuestas, sino en este caso particular, tener una aproximación a los trabajos que han sido mejor valorados en un área en el que también estaba yo como aspirante.
Y ahora ya, sólo queda esperar que pase un año más, para poder asistir de nuevo a este agradable y cada vez más recomendable festival de fotografía emergente, como es BFoto. Os lo recomiendo como parte de vuestra agenda cultural, no os decepcionará.